sábado, 5 de diciembre de 2015

Benjamín

"Yo soy tu sobrino favorito", me dijo anoche Benjamín. Lo dijo con tanta vehemencia que solo me quedó preguntarle el por qué estaba seguro de ello. "Porque yo te salvé la vida hace tres años cuando casi te ahogas en el mar", me dijo con amor antes de abrazarme. Entonces recordé esa tarde en que en vez del temor de morir sufrí por haber hecho el ridículo al ser rescatada por un niño de apenas seis años, en las playas del Sur. En verdad ese niño fue mi héroe. Lo había olvidado, pero él lo recordaba con orgullo y felicidad. Decía que era mi héroe con la ternura de un niño feliz. Benjamín es un niño lindo y soñador. Es inteligente y muy querido por sus hermanos. Es también el favorito de su mamá. No obstante también puede ser un ser insoportable cuando hace su berrinche, lo cual puede sacar de sus modales diplomáticos al más bueno de los padres, mi buen hermano Marcos. Benjamín es feliz cuando todos lo son y si los demás lloran él también se contagia de los sentimientos tristes ajenos. No es egoísta, pero no comparte ni sus refrescos ni galletas ni su comida. Dice con vehemencia que le tiene asco a la baba ajena. A veces prefiere comprar dos productos e invitar a su acompañante, que compartirlo. El se siente superpoderoso cuando usa su traje de arácnido. Lo lleva con orgullo y entusiasmo. Ese arácnido es su héroe favorito. Ya le quedan pocos años para soñar como sueñan todos los niños que son queridos y amados. Pronto será un jovencito y se moverá por otros rumbos más mundanos y menos imaginarios; claro primero abandonará con desdén su disfraz de superheroe que lo acompañó en sus días más divertidos y felices. "Me preparas arroz chaufa, por favor", dijo interrumpiendo mis recuerdos. Ese es su plato favorito y cada vez que viene quiere que se lo prepare. En la foto cuando era casi un bebé y en las otras, Benji vestido con su traje del hombre araña.

Mierda

“Todos los hospitales huelen a mierda, a tristezas y a lágrimas”, gritó el hombre vestido de blanco. En ese momento no lo comprendí y esbocé una sonrisa de complicidad con la enfermera que me miraba, entre absorta y trémula, cómo yo, esa muchacha escuálida pero con fuerzas divinas sostenía a mi hermano, quien tirado en una camilla, lloraba de dolor. En ese momento no tenía sentimientos ni malos ni buenos, ni siquiera compasivos. Pero horas después, era una sensación insana y constante la que me atormentaba. Desde un inicio quise olvidar. No imaginé que serían demasiadas las horas que esperaría a que alguien atendiera a mi hermano, que no estaba muerto, pese a que un auto lo atropelló y los bomberos dramatizaron sobre su verdadero estado de salud, pero que lloró todo el trayecto por el dolor. Era un muchacho de apenas 22 años cumplidos que yacía casi moribundo. Ningún enfermero lo atendió esa noche. Esa primera noche murieron tres personas en la zona de emergencias. Dos hombres heridos de bala, en un asalto y una mujer acuchillada por el marido celoso del carpintero—eso leí en las portadas de los periódicos la mañana siguiente—fueron las primeras personas que vi morir. En la segunda noche, una niña murió de frío y en soledad. Su madre había salido a comprar medicamentos, porque en los hospitales estatales estos escasean. Algunos médicos y enfermeras o alguien más los venden a las docenas de farmacias que rodean los hospitales. La tercera noche, murió Ana Maria Alva, una dama de cabellos ensortijados que ingresó con fiebre de 40 grados y que me hizo la conversa apenas le bajó la calentura. Hablamos horas de la vida, del amor y del silencio en las noches de apagones en la época del terrorismo. En la mañana iba a ser dada de alta, pero amaneció muerta. Nadie supo explicar por qué murió. Al día siguiente sus familiares denunciaron que un doctor de apellido Gonzales era culpable de negligencia médica. “Mierdas”, gritó otra vez el tipo de la primera noche. “Todos vienen a tratarse a esta pocilga y quieren la mejor atención. Nadie se queja, todos esperan resignados como borregos su turno, pero cuando muere alguien nos enjuician, nos condenan. Qué exijan al gobierno y no a nosotros mejores centros hospitalarios. Mierda”, dijo antes de desaparecer. La cuarta noche no murió nadie. El día quinto amaneció muerto Marquitos, un niño con hidrocefalia que murió de tristeza porque alguien le había dicho que él no era hijo de Dios. Ni los médicos pudieron hacer nada, tampoco había camas para que muriera en la zona de niños lindos, en una cama con sábanas blancas. Murió en emergencias, porque los que no son hijos de Dios, no merecen ni siquiera morir con dignidad. Sus padres se lo llevaron esa misma noche y al día siguiente antes del mediodía fue enterrado entre alabanzas y cantos agradeciendo a Dios la vida eterna que seguro él ya gozaba porque todos—él nunca lo supo—éramos hijos de Dios y creados a su imagen y semejanza. “Malditos hospitales, todos huelen a mierda", me dijo la noche en que nos conocimos. Él era doctor, de los insensibles, por supuesto. Pero al fin y al cabo, a veces salvaba vidas y eso es lo que importaba. Para él todos los hospitales olían a mierda, pero siempre me decía con demasiada ternura, que si a veces se salvaba una vida, solo una, todo esfuerzo era compensado con la alegría de los parientes y del mismo paciente. Mierda, fue su palabra favorita, pero la mierda siempre se quedaba afuera, nunca entraba en el hogar. Jamás. Nunca hablaba de sus pacientes ni de sus compañeros de trabajo. Era cariñoso con nuestras hijas y amable con la señora que me ayudaba en los quehaceres. Amaba más que yo a mis padres y a mi hermano el que fue atropellado esa noche en que lo conocí. Lo trataba con respeto y admiración, porque a pesar de su invalidez, él vivía feliz y con proyectos que lo hacían permanecer miles y miles de horas en su computadora. Nadie entendió bien qué diablos hacía, pero Juan Carlos siempre estaba ocupado y feliz. Además ganaba dinero con lo cual ayudaba en casa a mis padres que ya no trabajaban ni hacían mandados para sobrevivir. En nuestro hogar ya no hubo sensaciones insanas ni trémulas nunca más.

Damien Rice: I remember

Damien Rice: Los gustos musicales son tan diversos en los seres humanos, cada quien ama a su artista favorito y lo venera a su modo, con su propia peculiaridad y vehemencia. Pueden surgir en cualquier lugar, en aquellos instantes que no tienes paz ni calma o en los momentos más felices. Nunca he sido fan y reconozco que no es sencillo serlo. A veces sientes que no eres tan leal como los otros. Sí lo otros, aquellos que conocen más a tu ídolo musical. Lo siguen a todos lados: escuchan sus conciertos alrededor del mundo en youtube, y lo más osados viajan con sus ilusiones a escucharlo, lejitos, en países distantes, pero cerquita de su artista más admirado. También hay de los que lo esperan en el aeropuerto, o averiguan en qué hotel se hospeda. Incluso hay quienes le llevan regalos en los show, o son tan valientes que cantan con él a capela, en ese escenario histórico para los cientos de fans que idolatran al genio musical. También están los otros, esos que averiguan en qué puerta saldrá al final del show para siquiera darle la mano, tomarse unas fotos o escuchar su voz o ver más cerca, cerquita, ese rostro que adoran , que admiran y que sueñan en sus horas de soledad en que escuchan canciones como I remember. También los hay como yo: que se quejan porque el sonido en el concierto no fue perfecto, que ignoran que el genio tiene su forma particular de presentar su show y hay que comprenderlo porque es genio al fin y al cabo. Este artista irlandés, que no le gustan los flashes, odia que griten histéricos, pero ama conversar con sus seguidores en pleno show, cuenta y canta a todos su manera particular de ver el amor: como un juego vulgar del hombre sencillo, común y solitario. En sus show dice frases considerado geniales por sus fans y que recompensan con algunas sonrisas: "Los hombres sin espermatozoides y con espermatozoides son diferentes. A veces te preguntas por qué besaste a esa mujer si no te gustaba. Somos una sociedad impulsada por el sexo [...] Entonces, esto es lo que harás: Anda al baño, libera algunos espermatozoides y regresa al lado de esa persona. Si todavía la quieres besar, te gusta".
https://youtu.be/RMe2n29J4z8?list=PLIYziAULhFZxIEVXOye0OqTLfHosgEd1R